Un ratón conocido vulgarmente conocido como "hocicudo rojizo" es el principal responsable de las curiosas mutilaciones de más de un centenar de vacunos en La Pampa, Buenos Aires, Entre Ríos y otras provincias.
Esa es la conclusión final del informe elaborado por la Universidad Nacional del Centro (Unicen), con sede en Tandil, presentado ayer en el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), organismo que encargó el estudio.
"No hubo enanitos verdes o extraterrestres ni presencia de narcóticos", dijo el presidente del Senasa, Bernardo Cané, en alusión a los relatos fantásticos que comenzaron a propagarse en los pueblos afectados por las extrañas muertes, cuando los veterinarios admitieron que les resultaba imposible explicar las causas de los decesos y las lesiones. Al descartar la presencia de somníferos se echó por la borda la supuesta acción de una secta religiosa.
Las muertes de los animales fueron causadas por enfermedades infecciosas, entre ellas una conocida como "mancha", neumonías y carencia de minerales, propia de esta época del año, con bajas temperaturas.
El "hocicudo rojizo", principal depredador, tiene no más de 16 centímetros y se alimenta de lombrices, babosas, caracoles, arañas y pequeñas hormigas, pero por razones que aún no se determinaron modificó sus hábitos alimentarios.
Sin embargo, sí se tiene certeza de que la población de este roedor creció notablemente, posiblemente por la combinación de la elevada humedad y las temperaturas benignas registradas en los dos últimos años, más un cambio en las condiciones de producción en la zona pampeana, por un crecimiento de la agricultura. "Esto merece un estudio", admitió Ofelia Tapia, técnica toxicóloga de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Unicen.
Los técnicos aclararon que este animal no ataca al hombre. "No habrá invasión a las ciudades", señaló, con ironía, Cané.
La investigación se realizó sobre 30 animales de 18 establecimientos agropecuarios de los partidos bonaerenses de Olavarría, Tandil, Tres Arroyos, Coronel Pringles, Coronel Dorrego y Balcarce. Y participó una red de profesionales privados y del Estado del INTA, el Senasa y las universidades de Buenos Aires, Río Cuarto (Córdoba), General Pico (La Pampa).
Acción de alimañas
Según explicó el rector de la Unicen, Néstor Auza, la demora en encontrar una explicación a las mutilaciones se debió a que los técnicos observaron animales que llevaban diez días de muertos. Una vez que pudieron observar vacunos que habían fallecido 48 horas antes, notaron que, a diferencia de los primeros testimonios, había rastros de animales carroñeros, roedores y aves.
Incluso, colocaron animales muertos junto a los otros denunciados y, al cabo de pocas horas, se verificó que presentaban lesiones similares en las aberturas naturales (boca, orejas, glándula mamaria, recto y vulva).
Además, los roedores fueron atrapados y se los alimentó con órganos de los animales muertos. "Mostraron una especial voracidad por los órganos suministrados", señala el informe.
Otra conclusión de la investigación es que los cortes de los cuerpos no fueron tan precisos cuando se analizaron animales con pocos días de muertos.
Por último, el presidente del Senasa sostuvo que "todos los organismos públicos" coincidieron en que los animales encontrados murieron en forma natural y no provocada.